Erik Parker: High Hopes
VETA by Fer Francés se complace en presentar High Hopes, una gran exposición individual del artista Erik Parker. Nacido en 1968, Stuttgart, Alemania, Parker se cría sin embargo en Texas y, a finales de los 90, se instala en Nueva York, donde combina sus estudios en arte con trabajos en galerías hasta que finalmente puede dedicarse por completo a la pintura. Inspirándose en la contracultura estadounidense, los comics, revistas underground y, en general, la estética de los 70, realiza pinturas abarrotadas de aspecto psicodélico, tanto de paisajes idealizados y oníricos como de retratos irreverentes y complejos de los que se desprende una lectura social.
La muestra High Hopes reúne tondos, retratos y pirámides, donde se combinan diferentes técnicas, pero se conserva siempre el reconocible estilo pictórico de Parker. Por un lado, se muestran paisajes exuberantes de un exotismo casi alienígena, que sugieren una fuga fantasiosa de la realidad. Esta sensación se refuerza por el formato circular de las pinturas, cuya vegetación encuadra y concentra el punto de vista del espectador, convirtiendo al visitante en una suerte de explorador que observase tierras lejanas por un catalejo. Los retratos muestran figuras conformadas por multitud de elementos, a la manera de un “Arcimboldo moderno”, como lo ha descrito Jeff Gibson. En ellos, una nueva biología fluye alrededor de construcciones formadas por textos, imágenes y referencias a la cultura popular, en lo que puede leerse como un acertado y crítico retrato contemporáneo. Y, finalmente, en las pirámides, ese mismo acercamiento estético se organiza en una geometría estratificada. Esto admite lecturas tan dispares como lo sagrado, lo conspiranoico, lo mítico, lo jerárquico y hasta el engaño y la desilusión en su semejanza con los esquemas Ponzi.
Influenciado por Rousseau, Basquiat y los imaginistas de Chicago, pero también por Carrol Dunham y Peter Saul, de quien fue alumno, Parker ha desarrollado un vocabulario pictórico muy distintivo. Con un permanente y selecto hilo musical en el estudio, Parker trabaja situándose con un pie plantado profundamente en los 70, mientras con el otro tantea y revuelve en el presente, ofreciéndonoslo, paradójicamente, con una fresca y pertinente nitidez. “La idea”, dice Parker, “es coger algo familiar y volverlo extraño”. Fotografías genéricas de archivo, encontradas en la red, son proyectadas sobre el lienzo y reinventadas en pintura. Recortes de revistas de los 70, cuando la calidad del papel era mayor precisamente porque no había internet, se combinan con frases impactantes escritas en tipografías retro. La nostalgia estética se anuda con la cultura popular, mientras se establece una conexión entre la psicodelia hippie y posibles futuros vegetales mutantes con los que soñar o donde retirarse. Grandes esperanzas, frustradas o renovadas, se dan cita en una amalgama donde perderse con la mirada, y que nos resulta innegablemente familiar, al mismo tiempo que absolutamente extraña, y, por ello, extremadamente interesante.