Manuel Ocampo: Cuadros para un manicomio
Cuadros para un manicomio es la primera exposición individual de Manuel Ocampo (Filipinas, 1965) en VETA by Fer Francés. El propio título se adelanta de manera jocosa a posibles interpretaciones de la muestra. Esto es así debido al abigarrado imaginario que maneja el artista, unido a una planificada y falsa falta de seriedad que le permite reunir, en un mismo plano pictórico, intereses de un vasto espectro histórico, cultural y artístico.
La obra de Ocampo se alinea con la situación de su país natal, un territorio donde, argumenta el artista, pocas cosas permanecen. Filipinas es un país relativamente nuevo, agitado históricamente por sucesivas colonizaciones (España, Estados Unidos, Japón) y que experimenta más tifones que ningún otro lugar. Los escombros de estos desastres pasan a ser entonces los materiales de un nuevo y diverso acervo cultural de memoria necesariamente breve. En varias pinturas de Ocampo aparece así la figura del buitre, el pájaro carroñero por excelencia, que astutamente debe hacer del cadáver alimento.
Frente a una semiosfera contemporánea hipersaturada, Ocampo lleva a cabo un atracón de signos que desorganiza y devuelve sin una digestión explícita para el visitante. “Al convertirte en el payaso, mantienes tu dignidad” explica. Hay una libertad de expresión ante el rey de la que exclusivamente goza el bufón y cuyo humor resuena en diferentes niveles. El espacio pictórico de Ocampo deviene una posible y confusa parresía pictórica en el sentido que la entendía Foucault, así como un cortocircuito crítico a identificables narrativas oficiales. El símbolo oscila entonces entre la abstracción y la subversión, de la misma manera que la forma escrita de una frase puede funcionar como subterfugio estético sin atender necesariamente al significado que sugiere su lectura, sino únicamente a la silueta y configuración de sus letras.
Influencias evidentes como Philip Guston, James Ensor o Francis Picabia se encuentran en sus lienzos con abundantes referencias a la literatura, así como con la ecléctica estética de imaginarios provenientes de subculturas y pseudociencias, pero también iconografía japonesa, simbología cristiana e historia del arte occidental. Todo cabe combinado violentamente en un universo pictórico de una libertad apabullante y frecuentado por gusanos y buitres donde “la línea entre el caos y el orden cae dentro de la visión o percepción de cada uno”.
Manuel Ocampo es uno de los artistas más importantes de Filipinas. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas en todo el mundo (Documenta IX en 1992, Bienal de Venecia en 1992 y 2002, Bienal de Berlín en 2000, Bienal de Lyon en 1998, Helter Skelter: L.A. Art in the 1990s en MOCA...) y su obra está presente en las colecciones de importantes museos internacionales.