Mi gente: Eduardo Sarabia

El trabajo de Eduardo Sarabia se desarrolla desde el cruce entre materiales artesanales tradicionales como la cerámica y el textil con metodologías contemporáneas, que conforman escultura, pintura, instalación y la performatividad. Su obra suele sugerir lo fantástico y lo mágico, pero sustentada en la realidad, a menudo aludiendo tanto a elementos de su propia biografía como a distintos asuntos sociopolíticos, como pueden ser la inmigración o la ecología. Es precisamente en esta intersección donde se sitúa su propuesta Mi gente para la galería VETA by Fer Francés. 

Se podría decir que una de las series de trabajo que más representa la práctica pictórica de Eduardo Sarabia son estos retratos de medio y gran formato en los que la figura desaparece o es ocultada a través de una suerte de trampantojo que imita grandes manchas de óleo. Estas “manchas”, que son aplicadas sobre el lienzo como si se tratase de la paleta en la que el artista mezcla los colores, suelen cubrir total o parcialmente las facciones de la persona retratada.  Y esta técnica, que el artista lleva realizando desde hace más de quince años, adquiere en Mi gente un carácter mucho más íntimo y evocador.  Íntimo porque en esta ocasión, los retratados son personas muy cercanas al artista - “su gente”, como reza el título de la exposición -. Personas importantes en su vida con las que siempre ha contado.  Y evocador porque mediante la representación de estas personas importantes para él, el artista quiere plasmar un momento concreto de la historia presente que él y sus amigos perciben con preocupación: la situación actual en política de inmigración en Estados Unidos. Todos hemos visto en las noticias cómo el despliegue del ICE (United States Inmigration and Customs Enforcement) ha llevado a un señalamiento de miembros de la comunidad latina estadounidense y cómo esto está provocando auténticas situaciones de horror a lo largo y ancho de todo el país, pero especialmente en Los Ángeles, ciudad donde Eduardo Sarabia nació y creció y donde siguen viviendo sus padres.  

Es paradójico por tanto que, en los retratos presentados en esta exposición, las capas de pintura nos impidan ver la cara del retratado, desapareciendo por tanto la oportunidad del prejuicio o de la generación de un estereotipo por el aspecto físico de una persona. Y es precisamente esta “distorsión” del retrato la que funciona como una metáfora perfecta de lo que está sucediendo con la actual política migratoria de Estados Unidos. El artista realiza con estas obras un homenaje, no solo a sus amigos, sino también a todas esas personas que ahora mismo se sienten perseguidas. La intención final es que perduren en la memoria.  

Acompañando a los lienzos de Mi gente Eduardo nos presenta también una serie de pinturas de pequeño formato y dos tapices tejidos a mano que el artista ha englobado bajo el nombre de La luz. Estas obras, que nacen de un proceso de trabajo más íntimo y conceptual, se concentran en la representación de motivos recurrentes en la obra del artista a lo largo de toda su carrera, como son el fuego, y la luz que este irradia.