Hablar con Erik Parker es como ponerse al día con un viejo amigo.
Sus conversaciones fluyen como una corriente tranquila—desde anécdotas sin filtros del pasado, hasta reflexiones sobre el brillo estético de Parliament-Funkadelic, o los peligros del calentamiento global. Sea cual sea el tema, Erik Parker es constante y sincero. Y son justamente estas cualidades las que hacen que su obra resulte tan cautivadora.
Incluso después de casi dos décadas como artista profesional, su obra conserva una autenticidad que muchos buscan pero pocos logran dominar.
Esta maestría se evidencia especialmente en sus recientes pinturas, que exploran la “sobrecarga de información asimétrica” del entorno mediático contemporáneo estadounidense. El caos caricaturesco que aparece en estas obras subraya la dieta fragmentada de información que consumimos, a la vez que sugiere que los medios ofrecen cantidad en lugar de contenido, alimentando al público con miedo manufacturado. En contraste, los paisajes de Parker aportan un contrapunto: describen escenas de calma zen, aguas que purifican rodeadas de una belleza antediluviana.
La vida es equilibrio y continuidad: caos y esplendor.
El arte de Parker refleja sistemáticamente esas polaridades y los canales que las conectan. Aquí, Erik Parker habla en sus propias palabras sobre los orígenes y el alcance de su práctica artística.