Julio Galindo: LA RAVE DE DIOS

La obra del ceramista y escultor Julio Galindo (Badajoz, 1988) es una plataforma desde la que propone una nueva mitología que explora términos como lo sagrado, lo espiritual y lo religioso. Sus piezas cuestionan conceptos como religiosidad o santidad, tratando de actualizar estas nociones desde un punto de vista contemporáneo. Su intención es mostrar que existe la posibilidad de encontrar aspectos profundamente existenciales en nuestro entorno inmediato. Esta idea pasa, sin duda, por elevar al nivel de sagrado cosas que no lo son, pero que probablemente deberían serlo. Galindo estudió Bellas Artes en la Universidad de Sevilla, donde se especializó en Pintura y Grabado.

La exposición actual del artista comienza con una metáfora que compara el estado del planeta con el ambiente de una discoteca en sus últimas horas, cuando solo quedan unas pocas personas buscando exprimir hasta el último baile de la noche. Este escenario de despedida se transforma en una representación de la humanidad en el planeta, viviendo al límite y disfrutando de los placeres hasta sus últimas consecuencias.  La "última fiesta" de despedida de la especie humana, refleja el despilfarro y la búsqueda hedonista en un contexto de aparente final inminente. En este marco, el artista investiga nuevas formas religiosas de comunión, presentando una escena en la que todos los participantes están sumidos en el exceso. Los símbolos religiosos son reinterpretados: el DJ se convierte en una figura crística, la muerta en una Virgen natural, un muchacho con un cordero y una serpiente, todos ellos representando iconografías religiosas sutilmente pervertidas. Esta "fiesta del futuro" democratiza lo sagrado, llevando la espiritualidad a un contexto festivo y profano, pero sin dejar de evocar la magia y el misticismo inherentes a estos símbolos.

La subversión de la santidad y la creación de nuevas narrativas mitológicas son constantes en su obra, reflejando una búsqueda continua por redefinir lo sagrado en la era contemporánea. La representación de una fiesta descontrolada donde los símbolos religiosos se mezclan con escenas de exceso es un ejemplo claro de cómo el artista democratiza y descontextualiza lo sagrado, invitando al espectador a reconsiderar sus propias concepciones sobre la espiritualidad y la religiosidad.

Desde su primer contacto con la cerámica en Florencia, sus esculturas han sido expuestas en instituciones como el Centro de Arte Tomás y Valiente, Fuenlabrada, Madrid; el Centro Cultural La Carolina de Jaén; en la Torre de Don Borja Santillana en Cantabria; en Chapelle Saint-Jacques Centre d’Art Contemporain en Francia o el Palacio Medici-Riccardi de Florencia.